Un tercio de los alimentos producidos en el mundo termina en la basura mientras más de 800 millones de personas padecen hambre. El desperdicio alimentario no es solo un problema económico o ambiental: es, sobre todo, un dilema ético que refleja desigualdad, injusticia y desprecio por los recursos naturales y humanos.
España ha dado un paso adelante con la Ley de Prevención de las Pérdidas y el Desperdicio Alimentario (2025), que busca reducir drásticamente estas cifras y promover un consumo más justo y responsable. La Dieta Mediterránea y la Medicina Culinaria ofrecen modelos de aprovechamiento y respeto por los alimentos.